Haecceidad

Un modo de individuación muy diferente del de una persona, un sujeto, una cosa o una sustancia.

"Nosotros sabemos que entre un hombre y una mujer pasan muchos seres, que vienen de otros mundos, traídos por el viento, que hacen rizoma alrededor de las raíces, y que no se pueden entender en términos de producción, sino únicamente de devenir" G. Deleuze

Morandi a contratiempo.

Morandi: La libertad es el juego o pugna entre las cortezas de la materia, producto divino solidificado por la rotura de los recipientes, y las chispas o penetración de la luz por la materia.

Claro cuando hablamos de la areté de los griegos, el tener dominio de sí, lo podemos pensar en las cosas, en la dignidad de las cosas que se sostienen como individuadas cuando en su seno llevan la singularidad, la masa informe, lo sin imagen. 

Efectivamente las cosas tienen una dignidad peculiar al saber sostener lo singular a pesar de estar atravesadas por la luz, a pesar de ser cortezas muertas de la vida informe. Vale, ellas son el crimen, lo abyecto del tiempo, han llegado a ser perdiendo el segundo de antes de la luz, pero han llegado a ser para así poder sostener ese antes de la luz aunque sean su derrota. Pero esa derrota aun posee un secreto que es la dignidad de sostenerse como la cosa que es, sosteniendo así lo singular sin imagen.

Pensando así la indiscernibilidad, pensando que singularidad e individuación se intercambian, son reversibles, entonces podemos encontrar algo que no es facil de ver: que la individuación es la presencia viva de lo singular. No se trata tanto de rescatar lo singular en el tiempo a-histórico como de traer a presencia en la cosa lo singular.

La pareja como cosa con su imagen bella sería toda ella la presencia del objeto que acoge. La pareja abre el espacio de ese segundo de antes de la luz, deviene el tiempo en el que las cosas no ocurrieron. Deviene todo aquello que no pudo ser, las miradas perdidas, los pasos perdidos, las palabras que no pudieron llegar a decirse, lo que quedó entre el labio y el vaso, entre la mirada y la sonrisa, lo que se torció para devorarse antes de hacerse la cosa pero que la cosa representa ahora en un presente que es el tiempo que no transcurre.
Ahí podemos vivir sin ahogarnos.

Creo que las cosas tienen la dignidad del dominio de sí (individuación) y por eso pueden acoger la diferencia de si  (singularidad), son el recipiente del tiempo sin medida, el tiempo que no se hizo la cosa, el tiempo de todo aquello que nos puede salvar siempre que nosotros sepamos salvarlo a él primero. Dónde está? en el contratiempo de las cosas, en las cosas con sus contratiempos, en la obstinación de las cosas, en su permanecer firmes. El contratiempo, ya sabemos, el desastre que cuida de todo. El desastre de las cosas es la firmeza con que nos asaltan porque en su ser llevan el tiempo sin rima, alocado, de todo lo que no pudimos decir.

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