Rithée Cevasco
Comentario del punto IV que va desde:
“Reconsiderar el afecto a partir de mis decires…
hasta:
en referencia a la SMACDA, “esto los hubiera llevado más lejos..”
Seguir a los afectos tal como los he elaborado, nos dice Lacan, nos conduce a inscribirlos en la tradición de las pasiones tal como fue tratada por la filosofía (Platón (l), Santo Tomás (2), Descartes y sobre todo Espinoza (6 y ll). Esos filósofos dan un testimonio de lo que J. Lacan sostiene: el cuerpo “afectado” sólo lo es por “la estructura”.. o sea por el inconsciente y su realidad sexual. La relación entre las pasiones y el cuerpo pasa por la mediación del inconsciente.
Tal como lo menciona al final del fragmento que comentamos cuando se refiere a la morosidad: el afecto viene al cuerpo cuando no encuentra alojamiento en el “habitat” que le corresponde: el lenguaje.
Hablará fundamentalmente de la tristeza -que suele asimilarse en parte a la depresión tal como la introduce P. Janet (3) aún lejos de la “fábrica” actual de la depresión (4). Y luego del aburrimiento, de la morosidad, del mal humor. Puede llamar la atención que no mencione en cambio las tres pasiones a las que otorga una primacía en otros momentos: el amor, el odio y la ignorancia.
Inicia su recesión con la tristeza.
Respecto a ella, Lacan se inscribe en la tradición “racionalista” que la considera una falla y también en la tradición de los Padres de la Iglesia y sus reglas monásticas que prescriben luchar contra la “asedia”. En cambio, en la tradición romántica, y también en la mística (5), la “tristeza” adquiere otro valor siendo índice de cierta “verdad” existencial de lo humano.
La tristeza juzga Lacan: es una “falta moral”, incluso un “pecado” (sin retroceder en el acento religioso de esa terminología)..
Un breve comentario sobre Espinoza (6) da cuenta de por qué Lacan se inspira en él para lo que llamaremos un “tratamiento ético de la tristeza/depresión”. Espinoza no considera forzosamente a las pasiones como un “mal”, pero si lo son si no son articuladas con el análisis inteligible de sus causas. Sin ese análisis de sus causas “inteligibles”, las pasiones son patológicas, puro “pathos”, padecidas por el sujeto.
Es preciso pasarlas del estado de “pasivas” a “activas” por el conocimiento de sus causas, así el sujeto podrá hacer uso de ellas en vez de padecerlas.
Lacan prosigue: es una “lâcheté morale”, o sea una cobardía moral, pero –la etimología lo impone- un “soltarse” (lâchage) del pensamiento, para el caso de la relación al inconsciente.
Con acentos sin duda muy espinozianos, propone entonces un “tratamiento ético” (vale decir un tratamiento del goce) de la tristeza que toma el acento de un Deber. Se impone ante estos “afectos-pasiones” el deber de bien decir… sus causas.
Ese “bien decir”, nada tiene que ver ni con la retórica, ni con la belleza. Es un deber, cito: “de s’y retrouver dans l’Inconscient”, o sea de orientarse, de localizarse en el inconsciente, que tiene en este contexto el valor de “estructura” (sin embargo eso es válido si no nos olvidamos que en el contexto de TV ya ha avanzado la noción de “lalengua” en una sola palabra que se distingue del inconsciente estructurado como un lenguaje e introduce la dimensión de lo real por vía del goce).
Después de hablar de la “tristeza/depresión” en la neurosis (un no querer saber del inconsciente), Lacan nos propone una preciosa indicación clínica respecto a la excitación maníaca en la psicosis, vale decir cuando la tristeza se relaciona con un rechazo radical del inconsciente: se produce entonces un “retorno en lo real” de lo que es rechazado del lenguaje (efecto de la cadena desamarrada del objeto, puro deslizamiento metonímico de la cadena significante (7)).
C. Soler (8) despliega en un trabajo “la manía: pecado mortal” –el pecado venial es la tristeza- esta dimensión clínica diferencial en la neurosis y en la psicosis, llamándonos la atención sobre el hecho de que a manifestaciones clínicas tan diversas (tristeza/depresión///excitación maníaca) se atribuyan no obstante una misma causa: falta moral(9).
Para Espinoza, la Joie, la alegría (l0) que en el limite de la perfección puede alcanzar el estado de BEATITUD (ll) es el afecto opuesto a la tristeza. J. Lacan evoca –él- en contrapunto a la tristeza, el GAY SçAVOIR (l2) referencia a la Gaya Ciencia de Nietzche y que remite también al arte de los trovadores del amor cortés (Dante es entonces evocado (l4). J. Lacan escribe: “Sçavoir” (condensación del inconsciente como saber, y el ello, el “ça”).
Ese “gay sçavoir” es una virtud: no consiste en comprender, o sea en inyectar sentido, sino en “rasurarlo” (le raser) -(vaciar) el sentido-lo más que se pueda. Podemos citar a J. Lacan de l’Etourdit: Freud nos pone sobre la vía de que el au-sentido designa al sexo” (l3) Virtud que activa “gozar del desciframiento”, pero que no protege del retorno a la “caida en el pecado”. Para que no se transforme en super-glu de ese goce, esa virtud, el “gay sçavoir” –ese gozar del desciframiento- debe “caer” al término de la experiencia… con lo cual puede volverse a caer en el pecado (podemos aquí evocar los estados maniacos-depresivos que pueden emerger en la cercanía del final del análisis).
Si bien a pesar de su tristeza (que bien puede plantearse como estructural), EL SUJETO ES FELIZ, lo raro no es que lo sea –feliz-, lo asombroso es que conciba UN ESTADO de satisfacción tal que no le queda otro remedio que sentirse exilado de ella: retorno pues de la tristeza/depresión “existencial” por no decir “estructural”, retorno al pecado.
Esa satisfacción “fantaseada” Lacan la compara con la BEATITUD de Espinoza: grado último de la perfección, afecto “activo” en el cual el humano alcanza la infinitud de Dios (ll) –o sea sueña con una satisfacción sin límites, sin castración, en resumen con “lo imposible”. El poeta –Dante- nos transmite esa “aspiración” en su amor cortés hacía Beatriz(l4).
La beatitud por cierto no es el entusiasmo que puede esperarse de un análisis!!!!.
Por la vía de esa satisfacción fantaseada y ante su imposibilidad, Lacan nos introduce a otro “afecto”: el aburrimiento.
En otro punto de este mismo texto, ver el punto V, J. Lacan lo diagnostica como un mal contemporáneo. Cito: “Si he hablado de aburrimiento, incluso de morosidad a propósito del abordaje divino del amor, cómo desconocer que esos dos afectos se manifiestan, en los propósitos, incluso en los actos, en los jóvenes que se consagran a relaciones sin restricciones, sin coacciones” (répression en francés que no es refoulement).
También puede evocarse lo que llama, también en el punto V, “la precaridad de nuestro modo” (de goce) que (actualmente) sólo se sitúa “del mas-de-goce” (en detrimento del deseo).
Juega con la escritura: UNIEN como anagrama de ENNUI y propone una definición del aburrimiento como la IDENTIFICACIÓN DEL OTRO AL UNO.
Aspiración a lo Uno místico que pretende hacer del dos uno. Borramiento de la alteridad y más particularmente del OTRO de la radicalidad absoluta (lo femenino)más allá del Uno fálico.
Ese Uno místico encuentra su vertiente cómica en la versión de Aristófanes en el Banquete de Platón: ese ser humano originario: seres hermafroditas que caminan rodando sobre si mismos!!!. Imagen que evoca la “bestia de dos espaldas” –representación de la cópula. Esos seres que fueron separados por la espada de Júpiter… y desde entonces erran en búsqueda de su “otra mitad”.
Con el defecto añadido, añade Lacan- de que en ese mito –además de imaginarizarse que del dos se hace uno- se invoca la acción de un padre real (Júpiter) como causa de la división (castración).
Freud también cae en esa mitología al pensar que el EROS, principio de vida, es lo que une y, entre otras cosas, a los sexos.
Sin embargo jamás nadie ha visto a dos cuerpos unirse en uno. Sólo hay “vivencia” breve y siempre fallida de ese “hacer uno de dos”, en el coito lo que motiva su repetición: Coïteración (condensación entre coïto y repetición, iteración) escribe Lacan y hace que el coito pueda funcionar como el “modelo” de la máxima exigencia de satisfacción subjetiva.
Lacan prosigue la serie de las pasiones:
La morosidad, cuando el afecto no encuentra el alojamiento que le correspondería en el lenguaje y entonces afecta al cuerpo. Afecto por cierto cercano también a la depresión (forma del desinterés…también cercana a la depresión). Termina con una breve referencia al
mal humor.
Sin embargo, Lacan otorga al mal humor una nota de dignidad particular: quizás no sea un pecado dice, quizás sea más bien un (“grain de folie”) un atisbo de locura, un VERDADERO TOQUE DE LO REAL (las clavijas que no entran en los agujeros, no todo encaja???)(l5).
Y termina esta aproximación a las pasiones , como corresponde a la tónica de Televisión, con un ataque a los de la SMACDA: se aburrirían menos (y nos aburrirían menos, digo yo) si hubieran hecho caso de lo que les enseño –dice J. Lacan- acerca de los afectos.
NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA
(1) Platón: Ver Fedro y también el Banquete
(2) Santo Tomás de Aquino, Tratado de las Pasiones en la Suma Teológica, Volumen 4to, 3ra Edición, Madrid,BAC, l959
Mencionado por J. Lacan (entre otros) también en el Seminario X sobre La Angustia
(3) Pierre JANET (l859-l947) Filósofo, psicólogo y médico
De l’angoisse à l’extase, l927.
Estudio sobre las creencias y los sentimientos. Análisis de un delirio religioso y de las creencias en general
En este libro P. Janet describe distintos estados de Beatitud.
`Describe los estados de “depresión” en los casos de alcoholismo. También en las obsesiones y en las psicastenias. Quizás uno de los primeros en intentar hacer de la Depresión una enfermedad (concepción dominante en la actualidad).
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